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Hey life warriors!
La vuelta de vacaciones suele ser un buen momento para hacer nuevos propósitos y plantearnos nuevos objetivos. Independientemente de cuáles sean estos objetivos (perder peso, ponerte en forma, aprender un idioma…) hay una cosa que todos ellos tienen en común: tienes que hacer cambios, empezar a hacer cosas de forma distinta, y ser capaz de mantener tus propósitos a lo largo del tiempo. Todos hemos pasado por ello y todos hemos experimentado lo difícil que es; sin embargo, hay una herramienta que rara vez utilizamos y que en realidad es la llave que nos permitirá abrir cualquier puerta y conseguir cualquier objetivo que nos propongamos: todo está en tu mente. Absolutamente todo.
Para conseguir sacar el máximo partido de esta gran herramienta es importante que comprendamos bien su funcionamiento y su lógica. La mente es el centro de control de todo lo que hacemos, ya sea de forma voluntaria o involuntaria. Nuestro cuerpo tiene sus propios objetivos (que no siempre coinciden con los nuestros) y está guiado por mecanismos automáticos evolutivamente reforzados durante miles de años. Nuestra preferencia por alimentos densamente calóricos tiene una muy buena razón evolutiva, y también nuestra preferencia por la comodidad, nuestro gusto por dormir y descansar… todos estos mecanismos nos han ayudado a sobrevivir a lo largo de la historia; sin embargo, la realidad de hoy ha cambiado sustancialmente y tenemos que ayudar a nuestro cuerpo a “desaprender” determinadas cosas para volver a tomar el control sobre nuestros cuerpos y conseguir nuestros objetivos.
Como decíamos antes, estamos programados para sobrevivir, no para tener cuerpos bonitos. En este objetivo de supervivencia, hay dos cosas fundamentales: conseguir alimento y descansar. Nuestro cerebro sabe que necesita ingerir calorías. Cuantas más, mejor, y la energía que sobre, la almacenaremos por si la necesitamos en algún momento. En esta carrera por conseguir calorías, los alimentos más calóricos serán los preferidos, sobre todo si tienen mucha grasa y mucho azúcar. Por eso, cuando tenemos mucha hambre, un plato de lechuga no nos atrae demasiado. Sin embargo, ingerir alimentos muy calóricos, dispara en nuestro cerebro la producción de un neurotransmisor llamado dopamina. La dopamina, mal llamada “hormona del placer” en realidad es un neurotransmisor (no una hormona) que provoca deseo, no placer. La dopamina nos empuja a repetir las conductas que en el pasado nos han producido sensaciones placenteras, es decir, cuanta más comida basura comemos, más queremos comer. Cuanto más dormimos, más queremos dormir.
¿Cómo podemos hacer para “reprogramarnos” y salirnos de este círculo vicioso? Hay varias cosas que podemos hacer, y hay una cosa común a todas ellas: se trata de salir del modo piloto automático e intentar que la mayor parte de nuestras decisiones se tomen de forma plenamente consciente.

Ahí van algunos consejos para conseguirlo:
- Planea las cosas por adelantado: planea qué vas a comer, cuándo vas a entrenar, cómo vas a entrenar, cuándo vas a dar pasos… Improvisar suele ser mala idea cuando se trata de adquirir nuevos hábitos, ya que nuestra tendencia natural es a mantener los hábitos actuales. Ten un plan y lleva un seguimiento de cuánto lo estás cumpliendo.

- No te exijas demasiado. El cambio debe ser progresivo para que puedas acostumbrarte a él de forma gradual. Los cambios drásticos no generan la adherencia que necesitamos para ver resultados. Un error muy habitual suele ser plantearnos objetivos demasiado ambiciosos que requieren sacrificios demasiado grandes. No puedes (nadie puede) mantener dietas muy restrictivas o planes de entrenamiento super exigentes durante el tiempo suficiente como para ver resultados. Adopta pequeños cambios que te resulten sencillos de mantener. Esto es una carrera de larga distancia, no seas impaciente.
- Toma el control de tu diálogo interior. Tal y como te contábamos en este artículo, tu mente va a intentar engañarte, dándote mil y una excusas para no hacer lo que tienes que hacer: necesito comer algo dulce ahora, necesito dormir un poco más, mañana empiezo… Aprende a responder a tu inconsciente con tu consciente: no tengo una necesidad real de comer, puedo esperar a la hora de cenar; ya he dormido, ahora hay que levantarse; mi plan es empezar hoy y empezaré hoy…
- El proceso es el verdadero objetivo, no el resultado que estás buscando. Confía en el proceso y piensa en meses o en años, no en días o en semanas. Si tu objetivo es perder 10 kg, vas a tardar meses en llegar; si la báscula es lo único que miras es fácil que te desanimes y abandones. Si tu objetivo es dar unos cuantos pasos, entrenar 15 minutos y tener un ligero déficit calórico, esto es algo que puedes conseguir la mayor parte de los días. Conseguir estos objetivos diarios te hará sentir mejor, e ir viendo cómo vas acercándote al peso que quieres tener te ayudará a mantener esos cambios.

- Disciplina frente a motivación. La motivación es una buena herramienta para tomar la decisión de hacer cambios, pero es la disciplina la que nos va a mantener en ellos. La motivación desaparece rápido. Necesitamos desarrollar la disciplina. Cada vez que tu mente te incite a desviarte del plan que has trazado recuerda: libertad no es hacer lo que quieres, es hacer lo que debes, porque quieres. La disciplina es lo que te convierte en una persona verdaderamente libre, no esclava de sus apetencias.
- Encuentra comodidad en la incomodidad. Nuestro gusto desmedido por la comodidad nos ha llevado a donde estamos. Para salir, necesitamos acostumbrarnos a tener un poco de incomodidad en nuestras vidas. No comer cada vez que tenemos un poco de hambre, levantarnos la primera vez que suena el despertador, un poco de agua fría en la ducha… todas estas cosas reforzarán nuestro autodominio y nos devolverán el control de nuestras vidas. Abraza la incomodidad y encontrarás la libertad. Recuerda esto cada vez que sientas la tentación de volver al camino cómodo.
Resumiendo todo: Diseña un plan que puedas mantener (pídenos ayuda si lo necesitas), enfócate en cumplirlo a diario, asume que el plan implica cierta incomodidad y que acostumbrarte a esa incomodidad te devolverá el control de tu vida y a auténtica libertad.
¡Vamos Life Warriors!